9/15/2014

Xochicuicatl cuecuechtli (canto florido de travesuras)
Primera ópera contemporánea en lengua náhuatl

El estudio de la música y los instrumentos musicales precolombinos se ha topado con múltiples dificultades primeramente por la escasés de ejemplares arqueológicos tales como instrumentos, la ausencia de un sistema de lectura, y la deformación que pudo sufrir la información al ser escrita desde la visión de los conquistadores así como las diversas interpretaciones de estas fuentes; es así como se ha optado por métodos como la revisión de la plástica plasmada en bienes culturales como murales en sitios arqueológicos, vasijas, etc. o bien, métodos como la etnografía comparada [1]. Es importante, en este momento, mencionar que, sin importar el método utilizado, es imposible pensar que las producciones musicales se hubieran mantenido estáticas por más de 400 años pues, hay que recordar que la cultura es un proceso dinámico y por lo tanto deviene, independientemente de la influencia de factores externos a una sociedad determinada.

Menciono lo anterior a fin de tenerlo presente mientras me aventuro a relatar mi experiencia vivida durante una nueva propuesta de escénica que presencié el pasado domingo 7 de septiembre en el Teatro de las Artes del Centro Nacional de las Artes (CENART).

Se trata de una ópera contemporánea  dirigida por José Navarro Noriega en la que se pretende, sin intención de realizar una reconstrucción arqueológica, llevar a cabo una recreación de la esencia del xochichuicatl cuecuechtli, canto florido de travesuras, canto del cual la obra recibe su nombre.


Fig.1 cartel de la ópera contemporánea en náhuatl Xochicuicatl cuecuechtli.[2]


Luego de haber presenciado la propuesta escénica de Gabriel Pareyón precedida de una pequeña conferencia introductoria con el director y varios especialistas,  considero importante mencionar que el argumento de la ópera no es obra de Pareyón, sino que surge a partir de la reinterpretación del texto de Fray Diego Durán realizada por el investigador Patrick Johansson, semiólogo, lingüista e historiador del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que realiza una traducción que respeta el sentido "lúbrico" de la obra. En este punto me detengo para mencionar lo mucho que me sorprende la vigencia de la temática pues, a pesar de haber sufrido adaptaciones para lograr una mejor comprensión tanto del público hispanohablante como de las comunidades nahuas actuales a las que se presentó la obra, al final el juego erótico de la seducción es un lenguaje universal, sobre todo hablando del lenguaje corporal que expresan los cantantes más que de la musicalización.


Aunado a esto, considero sumamente interesante y sobretodo válido el hecho de que se respetara la existencia de una laguna en cuanto al sistema de escritura musical y cómo sonaba la música de ese entonces y se procediera a hacer una nueva propuesta de escritura, basada en el estudio de códices prehispánicos, cerámicas, frisos y relieves arquitectónicos mesoamericanos.[3]



Fig. 2. Partituras de la ópera Xochicuicatl cuecuechtli.[4]


A continuación pretendo hacer una reflexión acerca de cómo se concibe actualmente lo que pudo ser la música precolombina, específicamente del área mesoamericana contrastando os distintos usos que se les dan a los instrumentos de origen prehispánico en contextos distintos a los que he tenido acceso.

Primeramente quisiera recalcar que me resultó bastante agradable poder ser capaz de percibir los instrumentos de origen mesoamericano de una manera totalmente diferente a la que estoy acostumbrada.  En primer lugar, al ser danzante, convivo regularmente con estos instrumentos de manera cotidiana pero en un contexto simbólico, aunque no necesariamente ritual, por ser una reinterpretación de la filosofía y cosmogonía mexica. Por otro lado existen grupos religiosos, con tradiciones de origen prehispánico como sucede por ejemplo en Tepoztlán, en donde durante la  festividad de la natividad, se sube al Tepozteco una vez al año a tocar el teponaztli, que permanece en resguardo en el templo del pueblo,  pedir permiso para llevar a cabo la fiesta.[5]

Dicho lo anterior, es posible vislumbrar el contraste de significaciones con respecto a los instrumentos pues, mientras que en Xochicuicatl cuecuechtli los instrumentos forman parte de una escenificación del tipo artístico en la que tienen un rol específico dentro de composición musical, en otros espacios los mismos instrumentos cumplen funciones religiosas, rituales o simbólicas.

Por otra parte, en tiempos precolombinos, el  huehuetl  era el de un ser sacralizado, como lo fueron muchos de los instrumentos en su momento, era lo más viejo y lo más sagrado de la tierra. Es por esto que, con la llegada de los españoles,  los tambores fueron prohibidos y es por esto que en las danzas fue necesario buscar otro elemento que pudiera remplazar la tarea del huehuetl de marcar el ritmo de la danza. Es entonces cuando comienzan a utilizarse los ayoyotes (cascabeles o huesos de fraile, a veces capullos de insectos) que, como muñequeras o tobilleras se denominan coyoleras, para marcar el ritmo de la danza aunque originalmente se habían utilizado para ahuyentar a los enemigos en la guerra. Posteriormente, durante la década de los años 50’s y 60’s se recupera el uso del huehuetl en plazas públicas, aunque es probable que se haya conservado el uso en algunos pueblos de manera discreta, y se le da una nueva significación.[6]

Para los danzantes, concheros y grupos de tradición hoy en día el huehuetl ha adquirido un lugar simbólico, al igual que el resto de los instrumentos musicales empleados en estas ceremonias. Considero importante mencionar que muchas de las actividades que se realizan en torno a estos instrumentos como podrían ser, por ejemplo, el hecho sahumarlos la primera vez que se utilizan, se debe, creo yo, a una cuestión tradicional más que religiosa o ritual, pues actualmente los instrumentos se encuentran desacralizados, a reserva de lo que opinen ciertos grupos.[7]

Los instrumentos musicales en tiempos prehispánicos tenían la función de imitar a la naturaleza y es así como se desarrolló la música, a partir del escalas pentafónas. Se utilizaba la técnica de ostinato o pedales, que consiste en la repetición o sostenimiento de sonidos y diseños armónicos que sirven de base a la composición.[8] 

La imitación de sonidos naturales generó simbolismos que aún hoy se conservan en algunas de estas danzas. El huehuetl representa, al igual que en tiempos precortesianos, lo más viejo y sagrado, es el sol y por ello todo gira en torno a él. El tambor marca el ritmo de la tierra, de la danza, por eso es que se vuelve tan elemental. Por su parte el ayacachtli (maraca o sonaja) representa la lluvia, el atecocolli es Ehecatl Quetzalcóatl, el viento.[9]

Es importante recordar, como ya mencioné anteriormente, que en este tipo de danzas los instrumentos musicales tienen más  un objetivo de uso simbólico, por lo que el rol que cumplen no es precisamente el de crear una melodía sino más bien una atmósfera, como sucede también en el caso de la ópera Xochicuicatl cuecuechtli en donde los instrumentos se vuelven casi personajes de la obra.


Fig. 3. Percusiones y aerófonos de origen precolombino en la ópera contemporánea Xochicuicatl cuecuextli.[10]


Particularmente me resultó sumamente grato poder "degustar" el sonido y los ambientes que se van generando a partir de la ejecución de los instrumentos, los ayacachtli que asemejaban la lluvia, los efectos sonoros que generan los ritmos lentos que relajan el ambiente del teatro. Por primera vez pude apreciar los matices, los timbres específicos y los colores que producen a partir de la mezcla de los instrumentos que, en este contexto, son protagonistas y no simplemente “metrónomos”.

Exhorto entonces a cualquier interesado en alguno de los temas tratados en este posta a explorar la posibilidad que nos brinda la ópera Xochicuicatl cuecuechtli de experimentar esta nueva propuesta escénica y formar una opinión al respecto.

Para concluir me gustaría decir que, a mi parecer, que los instrumentos de origen prehispánico están teniendo un revival, ya sea por lo que representa lo precolombino para algunas personas o por sus alcances a nivel musical; independientemente de las razones considero que esto es algo válido y sumamente interesante pues la diversidad enriquece y sobre todo si se trata del arte de hacer música.





[1] Martínez Miura, Enrique. La música precolombina. Un debate cultural después de 1492. Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Barcelona 2004. Passim Pp.11-23.
[2] Imagen tomada de http://www.famaweb.com/images/destacado/obra%20erotica-portada.jpg Consulta 15 de septiembre de 2014.
[3] “El Proyecto” en folleto informativo de la ópera Xochicuicatl cuecuechtli
[4] Imagen tomada de https://pbs.twimg.com/media/Bsg-87MCIAEmrEx.jpg Consulta 15 de septiembre de 2014.
[5] Comunicación personal: Jaime Estrada, jefe del calpulli Ocelotl Altepeyolotli de Tepetlixpa, Estado de México. 10/ septiembre/ 2014.
[6] Comunicación personal: Jaime Estrada, jefe del calpulli Ocelotl Altepeyolotli de Tepetlixpa, Estado de México. 10/ septiembre/ 2014.
[7] Comunicación personal: Jaime Estrada, jefe del calpulli Ocelotl Altepeyolotli de Tepetlixpa, Estado de México. 10/ septiembre/ 2014.
[8][8] Ce-Acatl. Revista de la Cultura de Anáhuac. Número 5. La cultura y las artes. Flor y canto. La música del AnÁhuac. Veintena del recogimiento. Enero/febrero de 1991. P4.
[9] Comunicación personal: Jaime Estrada, jefe del calpulli Ocelotl Altepeyolotli de Tepetlixpa, Estado de México. 10/ septiembre/ 2014.

1 comment:

  1. Artículo: Actualidades musicales: “Xochicuicatl Cuecuechtli”, ópera en náhualt http://www.proceso.com.mx/?p=383099

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